Mientras el Xeneize sigue en la búsqueda de un funcionamiento estable, el hincha de River reprueba la gestión de su entrenador.
A Boca no le sobra jerarquía en el recambio; es un hecho. Y Diego Martínez apenas encontró una formación base, en la primera parte del año, todavía inestable, que alterna buenos partidos con algunos muy malos. Si a ese delgado equilibrio se le agrega el equilibrio que hace el DT para contentar a los futbolistas sin lugar, el saldo da negativo.
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Contra Atlético Tucumán, Frank Fabra, el tercer lateral izquierdo del plantel devenido en volante, se mostró perdido, falto de confianza y limitado. Da la sensación de que su presencia en Tucumán es la suma de su historia más los elogios públicos de Juan Román Riquelme, el ídolo-presidente que opina y marca la cancha. El presente del colombiano, poco y nada.
Y ese cambio condicionó el armado. Y Boca otra vez empezó perdiendo. Y merecidamente, porque no tuvo consistencia defensiva, perdió corriendo y lo superaron jugando. Atlético desnudó el costado inestable de una formación que funciona con diez nombres que son la base, más los vaivenes de Pol Fernández, un caso parecido al de Fabra sin tanto recambio.
Con miras al duelo contra Fortaleza, un mojón en el semestre por un montón de cuestiones, Boca contará otra vez con Kevin Zenón y Edinson Cavani. Aunque da la sensación de que en Tucumán y en Paraguay, a los Xeneizes les faltó el sustento colectivo que los había empujado hasta la semifinal de la Copa de la Liga. Un funcionamiento que se extravió entre malas rotaciones, ausencias clave, como la de Marcos Rojo, y prestaciones individuales flojas, como la de Cristian Medina.
Por qué silbaron a Martín Demichelis
Lo de River ya es un caso de estudio. La reprobación popular contra Martín Demichelis es tan grande como un Monumental lleno. Y la gimnasia discursiva del técnico en cada rueda de prensa, por momentos empalagosa, no acorta la distancia entre los que no abrazan a su proyecto y su equipo, que tiene rendimientos dispares a partir de la jerarquía del desafío.
La goleada ante Central Córdoba de Santiago del Estero (pudo ser de seis goles de diferencia) no mata al mal paso en Montevideo. River, que fue perjudicado por un árbitro (hoy suspendido), no dio la talla en el plano moral cuando Nacional le “pudrió” el partido. Y la caída ante Boca suma.
Entonces, ¿qué tiene que suceder para que este vínculo se revierta? Que el equipo convenza. Jugadores le sobran. El estilo está definido. Tal vez, lo que falta es que se junten la mejor versión de River contra el rival más difícil. Esta historia solo se dará vuelta en ese partido, “él” partido. Por ahora, paños fríos contra rivales menores y muchos silbidos.