Las paradojas están siempre a la orden del día en la Argentina. Como si apostara a sintetizar y absolver contradicciones con su sola determinación, Javier Milei avanza casi siempre sin miramientos hacia terrenos riesgosos. Aún antes de haber logrado consolidar su retaguardia.
En ese patrón se inscribe el viaje del presidente liberal libertario (como él se define) a la cumbre de la ultraderecha«>cumbre de la ultraderecha nacionalista y proteccionista europea, que se celebrará en Madrid.
Otro viaje más mientras sigue sin conseguir que el Congreso le apruebe una sola ley después de cinco meses de gobierno. O, mejor dicho, sin haber podido impedir que se volviera a dilatar la sanción de la arquitectura normativa necesaria para dar sustento legal a su programa de gobierno. Sin ninguna ley a pesar de apellidarse Milei, concluiría un obvio cultor de los chistontos.
Los tropiezos en el Parlamento, que obligan a dar por hecho que no se cumplirá en tiempo la condición que había puesto el Presidente para la firma del Pacto de Mayo, encuentran, no obstante, hechos para compensarlo y para resaltar logros parciales.
La desaceleración de la inflación que confirmó esta semana el Indec, a lo que se suman las previsiones de un descenso mayor durante este mes, son motivos concretos para la celebración oficial. En lo inmediato es algo más que un empate.
La película importa más que la foto para sostener la narrativa oficialista. En otro contexto, más de ocho puntos de inflación no sería un porcentaje para festejar, pero los antecedentes cuentan. Más después de haber arrancado la gestión con índices superiores al 20% durante dos meses.
“El nivel de decadencia es tal que el Gobierno festeja una inflación mensual del 8,4%, la misma inflación que los países de la región tardarán tres años en acumular”. El autor de la sentencia no es un rancio opositor. Se trata de un posteo en X de hace apenas siete meses subido por el actual vocero presidencial, Manuel Adorni, cuando la administración de Alberto Fernández celebraba que en octubre de 2023 hubiera descendido del 12,7% de septiembre. Todo es relativo.
“La desaceleración inflacionaria y la reaparición de los créditos hipotecarios, aunque para una gran mayoría resultan todavía inalcanzables, refuerzan la ilusión de un futuro posible y mejor, sobre todo en los jóvenes. Por eso, a pesar de la dureza de la recesión que provoca el ajuste, los niveles de aprobación y popularidad presidencial se mantienen elevados. La duda de todos, no obstante, es si se podrá sostenerlo y que en el camino la depresión económica no arrase con esa ilusión”, dice un consultor de opinión pública entre cuyos clientes se enrolan opositores de diverso cuño y empresarios pequeños y medianos, ninguno de los cuales está entre los que celebran.
Si el futuro asoma por una rendija, al Gobierno le añadieron oxígeno las escenas del pasado, que se instalaron en la semana con las escandalosos revelaciones de pruebas de extorsión y aprietes por parte de dirigentes de movimientos sociales a beneficiarios de planes. El rechazo a lo que se fue se suma al horror al vacío que en muchos provoca la posibilidad de que Milei fracase. La oposición sigue sin poder hacer pie.
Así pasan inadvertidos los inconvenientes y las fallas de la gestión, como los que se volvieron a advertir por segunda semana consecutiva en el Senado. “El problema sigue siendo que acá nadie se ocupa de gestionar, militar y ordenar el proyecto. Falta autoridad y creatividad del lado del Gobierno”, insiste un senador de la oposición dialoguista, que hace tiempo viene formulando advertencias al respecto.
La multiplicidad de enviados de la Casa Rosada que entablan conversaciones con senadores del radicalismo, de Pro, de fuerzas provinciales y peronistas no kirchneristas suelen abrir más temas de los que cierran.
Como si eso fuera poco, opera el by pass –disimulado este jueves– que le han construido a la presidenta del Senado, Victoria Villarruel, que mira pasar de costado las negociaciones, aunque no deja de hablar con los legisladores. Las normas para dar certezas, sobre todo, a ese objeto de deseo que son los inversores, continúan envueltas en dudas.
Los cabos sueltos de la Ley Bases siguen siendo demasiados y requieren de un trabajo quirúrgico para avanzar, dado que el extenso articulado modifica realidades, toca puntos sensibles y promete beneficios muy dispares según regiones, pertenencia partidaria o representación social que interpelan a los legisladores.
Para añadir complejidad, asoma la profunda heterogeneidad y los problemas de liderazgo que se registran en los bloques. Así, la impericia oficialista es el aglutinante que sostiene sin romperse aún el número de 33 senadores del panperonismo, que se opone al proyecto oficialista.
Restitución del impuesto a las ganancias, actualización de los haberes jubilatorios, régimen de incentivos para las grandes inversiones (RIGI) y monotributo social son aún barreras que se abren y se cierran y han dificultado la elaboración de un dictamen de mayoría para que el proyecto pueda ser tratado en el recinto.
Los pronósticos daban este jueves como fecha posible para su votación la última semana de mayo y todos admitían que se introducirían cambios al texto aprobado en Diputados.
Por lo tanto, el proyecto de Ley Bases debería volver a la Cámara baja para convertirlo en ley. Los más optimistas auguraban que eso podría ocurrir casi una semana después de la fecha para la cual el Presidente pretendía tenerlo ya promulgado. Recalculando repite la voz del GPS presidencial.
A fondo a la derecha
A pesar de esas dificultades en el plano local, el Presidente vuelve a dejar el país por unos días en otro viaje de carácter particular que no incluye reuniones con autoridades del gobierno del país anfitrión para sumergirse en otras aguas turbulentas, aunque en un espacio resguardado, que le promete trato de estrella internacional.
La cumbre de la ultraderecha europea que se celebrará en Madrid, organizada por los ultras de Vox, lo tendrá como figura central, ya que los otros dos jefes de gobierno invitados (la primera ministra italiana, Georgia Meloni, y el premier húngaro, Viktor Orban) participarán de manera virtual.
La centralidad que le darán a Milei esas ausencias presenciales compensarán el pesar por no poder compartir el espacio físico con ellos, muy especialmente con Orban.
El polémico húngaro es mirado cada vez con más interés y admiración por los principales responsables de la construcción política del libertario.
El nacionalismo y el proteccionismo que comparten las principales figuras de esa cumbre a la que convocó el español Santiago Abascal y entre las que destacan, además, la francesa Marine Le Pen y el chileno José Antonio Kast, asoma más como un imán que como una contradicción secundaria para los libertarios.
La concepción liberal en política, el conservadurismo en cuestiones sociales e individuales y el rechazo a las fronteras abiertas para las personas los une más que lo que los separara. Es una expresión cabal de lo que los estudiosos de las nuevas derechas denominan “fusionismo”, que permite la convivencia entre los principios liberales con ideas ultraconservadoras y nacionalistas.
Tras los recientes y ruidosos choques entre Milei y el gobierno socialista español, la presencia del Presidente en ese foro adquiere más relevancia, así como abre interrogantes y preocupaciones. Los expertos lo ven como una arriesgada apuesta a futuro, motivada por la ideología y las simpatías personales, más que guiada por los intereses nacionales. Otro patrón mileísta.
“No veo el sentido de pegarse a Vox cuando es un movimiento que no está creciendo y no tiene posibilidades de ganar en España. El vínculo con Trump es distinto porque puede ser presidente de los Estados Unidos. Acercarse a Vox es alejarse del Partido Popular (PP), que tiene más chances de formar gobierno. Pero también es cierto que la derecha dura está avanzando: en Holanda va a ser gobierno y va a crecer en las próximas elecciones europeas”, intenta explicar el directivo de un prestigioso centro de estudios internacionales.
“Es una apuesta a que termine gobernando la derecha más dura en Europa. Puede salir bien o mal. A corto plazo tiene un costo porque esa derecha no gobierna y nos distancia del establishment europeo actual”, concluye el experto.
El director de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés, Federico Merke, abre un poco más el foco para buscar una explicación al viaje: “Las democracias occidentales están atravesando un proceso de polarización entre progresistas y reaccionarios de derecha. No es una polarización interestatal sino doméstica y transnacional a la vez. Milei está internalizando esta polarización en la Argentina y al mismo tiempo comprándose un lugar en la polarización del norte global, colocándose del lado de Orban, Meloni, Le Pen, Abascal, Trump”, concluye.
“Va a ser una exhibición de fuerza de Vox y Milei les ayuda mucho. Una parte del PP, con Isabel Díaz Ayuso a la cabeza, pelea por llevarse a Milei a su lado, para que no sea una pieza de Vox. Pero [Alberto] Núñez Feijóo, líder del PP, tiene muchos más problemas para acercarse a Milei, porque en su votante moderado genera mucho rechazo. Mientras que a Pedro Sánchez [el socialista presidente del Gobierno) le queda cómodo Milei como rival. Los progresistas que votan a Sánchez se movilizan sobre todo contra la ultraderecha en la que se enrola el presidente argentino. Así que, por distintos motivos, es un viaje que, pese a la tensión, le conviene al Gobierno, que lo usará a su favor; le conviene a Vox, porque le da dimensión internacional, y a Ayuso en su batalla mundial contra la izquierda”, explica en clave local Carlos Cué, excorresponsal en la Argentina y periodista político de El País. Bingo.
Fiel al estilo con el que llegó a la política, el viaje del Presidente no pasará inadvertido. Tampoco estará exento de riesgos, de contradicciones y de conflictos.
No obstante, como ya ha sucedido en periplos anteriores, Milei encontrará motivos para disfrutar de su centralidad más allá de las fronteras, que promocionarán sus propaladores en las redes bajo el irónico hashtag: “fenómeno barrial”. Aunque, otra vez, no traiga beneficios contantes y sonantes para el país.