Su primera aparición pública se dio a mediados de enero, en la clásica presentación de Ford en la Costa Atlántica. A partir de aquel avant-première en el stand de Pinamar, el nuevo Bronco V6 quedó exhibido durante el resto de la temporada. Luego, al promediar el mes de marzo, la marca hizo una presentación más formal para iniciar la preventa, anunciando que ya se podía reservar, con la promesa de que esas primeras unidades llegarían un poco más adelante.
Eso es lo que ahora finalmente está ocurriendo con este SUV mediano que oficial y formalmente está desembarcando en la red del óvalo. Y para tal acontecimiento, la marca organizó un evento en la provincia de Jujuy que, además de una re-develación total, incluyó un primer contacto con este vehículo construido con las más modernas técnicas y una dosis extra de robustez que lo diferencia de todo lo que la automotriz ofrecía hasta entonces.
El mundo conocería el nombre Bronco a mediados de los 60 (la primera generación fue de 1966 a 1977) a partir de un vehículo que prometía llevar la experiencia de manejo a otro nivel. Era básicamente una pick up carrozada, orientada a brindar agilidad y eficiencia al incursionar fuera del asfalto, y se ofreció en tres variantes: con caja, como camioneta cerrada y en una especie de roadster. Atractivo, bien plantado, captó de inmediato la atención y generó un enorme caudal de adeptos. Era más cómodo y menos tosco que un Jeep de esas épocas, pero no alcanzaba las prestaciones de un Land Rover.
Luego fue evolucionando hasta despedirse en una quinta generación –vigente hasta mediados de los 90- utilizando plataformas de F-100 y F-150 respectivamente. Sin embargo, no llegó a ser un todoterreno de los más extremos, sino que más allá de sus dotes, tenía bastante de aspiracional y se podría decir que fue el principal impulsor del segmento que hoy domina en el mercado mundial: el de los SUV’s.
El tiempo pasó y en 2020 apareció la merecida reinterpretación, la que desde comienzos de 2021 se vende en el país: Bronco Sport (fabricada en México), en versiones Wildtrak y Big Bend, con motor 1.5 de 175 CV, pero es otro concepto, más urbano y para un uso más “civilizado”.
Esta Bronco que llega ahora es otra cosa. Es un modelo pensado, desarrollado y fabricado para los puristas porque cuenta con características y dotación mecánica/tecnológica únicas que lo posicionan en el olimpo de los todoterreno más sofisticados. Primero, porque tiene un motor más potente, y porque además está construido con otra lógica, con una dosis extra de “fierro”. Comparte chasis base con la pick up Ranger que se produce en General Pacheco, una robusta estructura de chasis con largueros y siete travesaños, con un plus de refuerzos en diferentes puntos.
Entre encantador e imponente, de formas cuadradas, se lo ve ancho, bien aplomado con un estilo que lo conecta con sus ancestros. Ópticas circulares con aires retro y tecnología LED, parrilla rectangular y espejos en sintonía, guardabarros sobresalientes, estribos de hierro y tremendas llantas de 17 pulgadas con neumáticos de 35″, son algunos de los rasgos de que hacen a su solemne presencia. El remate: la rueda de repuesto colgada en el amplio portón trasero. Mide 4,81 m de largo y pesa 2.350 kilos.
Poder V6 y sistema tracción con yapa
Debajo del capot tiene el motor Ecoboost V6 2.7 bi-turbo que entrega 334 CV de potencia y 562 Nm de torque, que se asocia a una transmisión automática de diez velocidades. Debajo de la estructura hay de todo y más para el off road, ya que viene equipado con el paquete denominado “Sasquatch” de sistema de tracción 4×4 desconectable e inteligente con cuatro modos: 4×2 (tracción trasera), 4×4 Automática (reparto on demand), 4×4 Alta (50% y 50% a ambos ejes) y 4×4 Baja (con caja reductora). Tiene doble bloqueo de diferencial y sumas ítems de avanzada como el control de velocidad crucero off road y el asistente de giro off road, que frena la rueda interna trasera para que el vehículo prácticamente gire sobre su eje para doblar.
Además, cuenta con el dispositivo de gestión de terrenos GOAT (Goes Over Any type of Terrain) con 7 modos de conducción: Normal, ECO, Deportivo, Resbaladizo, Barro, Arena y Baja. De sus cotas off road se destacan los casi 30 cm de despeje, los 43, 2º de ángulo de ataque, los 37º de salida y los 850 mm de capacidad de vadeo.
En un ambiente soberbio en lo que hace a materiales y terminaciones, con abundante cuero ecológico, algunos apliques metálicos y las agarraderas en los extremos del panel (incluso una en la consola central) que no deben faltar un cualquier vehículo que se jacte de ser un auténtico 4×4.
En materia de confort es sumamente generoso y de su listado se destacan: climatizador automático bizona, instrumental digital de 8″, multimedia SYNC4 con pantalla multi-tactil de 12″ y control por voz mejorado, conexión inalámbrica Android Auto/Apple CarPlay, cargador de celular por inducción, arranque por botón, equipo de audio premium, entradas USB y navegador nativo, entre otros tantos. Al igual que otros Ford de nueva generación, hace uso de la app (FordPass Connect) para gestionar varias funciones de modo remoto, acceder a información completa del estado del vehículo, programar servicios e incluso actualizaciones del software.
El aspecto de seguridad está cubierto por ítems como los controles de estabilidad y tracción, seis airbags, ganchos Isofix y monitoreo de presión de neumáticos. Cuenta también con el Ford Co-Pilot 360 compuesto por luces delanteras altas automáticas, asistente de arranque en pendiente, asistente de pre-colisión con frenado automático de emergencia y detección de peatones, alerta de punto ciego, de tráfico cruzado, sistema de mantenimiento de carril, control crucero adaptativo, cámara 360º, asistencia de dirección evasiva y varios etcéteras.
Primeras impresiones
El llamado “diseño inteligente” del que Ford hace alarde consta de puertas sin marco que se pueden desmontar al igual que el techo, para transformarlo en cuestión de minutos –mediante un kit de herramientas- y dejarlo listo para disfrutar al aire libre en esa incursión fuera de camino, casi como un buggy de escala monumental.
Una vez desmontadas, las piezas pueden guardarse en el baúl, acaparando la totalidad de los 504 litros de capacidad. La verdad es ya entusiasma con solo saber que se cuenta con esa posibilidad, y qué decir una vez que se puede probar.
En medio de los encantadores paisajes de la Quebrada de Humahuaca, accedimos a una de las unidades disponibles y luego de ajustar a gusto la butaca eléctrica y acomodar el volante –calefaccionado y forrado en cuero- tanto en altura como en profundidad, llegó el momento de poner en marcha y salir. La primera sensación es que en todo momento está sobrado y resulta imposible no dejarse abrazar por la confianza. Es que, entre los componentes de alta resistencia, especialmente afinados y calibrados para afrontar las mayores exigencias, el elevado despeje, las parrillas de suspensión delanteras de aluminio y los mayores recorridos de suspensión (con amortiguadores Fox), todo lo que se interponga parece un juego de niños.
El empuje del motor (sorprende que no tenga una placa de cobertura a modo de decoración) es descomunal y el torque que genera a 3.100 rpm le otorga la contundencia ideal para las maniobras más jugadas. Siempre está listo para brindar un poco más y parece no tener límites, y lo mejor de todo es que lo hace a pleno confort porque estar a bordo mientras se circula fuera de la ruta es permanecer aislado de todas las contingencias provocadas por rocas, quebradas, ripio o los huellones más complicados.
El recorrido de la suspensión es tan amplio que copia sin problemas el desplazamiento de una cabra. Quien sí hace notar su rugido es el V6. En el pavimento, la rodadura se hace sentir, pero no tanto como otros de su especie, y cuando toma velocidad afloran algunos rumores eólicos. ¿Preocupa?, para nada, es todo diversión. Quienes viajen en las plazas traseras no irán tan cómodos, y no porque el espacio sea mezquino, sino porque los respaldos son bastante rectos, en forma en “L” y no se reclinan, y porque además no cuentan con salidas de aire para esa zona.
Considerado un ícono global de la aventura, este modelo identificado con el potro corcoveando integra la dinastía extrema de la automotriz, a la altura de lo que Mustang representa en materia de deportividad. Es tan legendario que se convirtió en marca independiente dentro de la propia marca, prueba de ello es que apenas tiene un solo logo del óvalo (arrinconado en el portón trasero), con un simple y contundente Bronco le basta y punto.
Su rival directo en estas tierras es el Jeep Wrangler. El precio sugerido de este emblemático 4×4 que Ford produce en Michigan es de $150.000.000. Una cifra elevada, sin dudas, pero para quien tenga el bolsillo acorde y profese la religión de la aventura, donde lo extremo es sagrado y la fe se deposita en el plus de tecnología, cada peso estará justificado.