SAINT-ÉTIENNE (Enviado especial).- El aura ganadora y la sensación de confiabilidad que envuelve al seleccionado mayor conducido por Lionel Scaloni no pareció lograr continuidad durante una buena porción del primer desafío olímpico argentino de París 2024, con el equipo dirigido por Javier Mascherano. Más allá del bochornoso final, después del empate 2-2 de Cristian Medina en el decimosexto minuto de añadido que finalmente se anuló, situación que facilitó el triunfo 2-1 de Marruecos, el conjunto albiceleste tuvo una discreta tarea. La derrota por el Grupo B, prácticamente, lo deja sin margen de error y lo obliga a tener una inmediata reacción el próximo sábado en el Estadio de Lyon frente a Irak, que este miércoles derrotó por 2-1 a Ucrania, en esa misma ciudad.
Impulsado por una ensordecedora marea roja en las tribunas (en Francia viven aproximadamente 747.000 marroquíes), el país que es campeón del continente africano y que fue la sorpresa en la Copa del Mundo de Qatar 2022 ubicándose en el cuarto lugar, controló a la Argentina durante casi todo el primer tiempo. Con marcadores y mediocampistas altos y atléticos, se lucieron en el uno a uno, haciendo circular la pelota y neutralizando los escasos intentos creativos de Thiago Almada y el xeneize Kevin Zenón. Julián Álvarez, como es habitual, nunca dio una pelota por perdida: corrió, presionó, atosigó a los rivales, molestó… pero no tuvo acciones claras de peligro. Tampoco las tuvo Lucas Beltrán, el punta de la Fiorentina y, también, un exRiver potenciado por Marcelo Gallardo. La Argentina sólo se aproximó con un cabezazo desviado de Nicolás Otamendi; muy poco. El dibujo táctico argentino fue un 4-2-2-2, con Medina y Santiago Hezze intentando batallar en el medio campo.
Pero los marroquíes fueron más prácticos y ágiles. El número 10, Ilias Akhomach (exBarcelona, hoy en Villarreal), y el exquisito número 8, Bilal El Khannous (del Genk de Bélgica), manejaron las acciones como titiriteros. Ellos también armaron el gol, a los 47 minutos del primer tiempo, con un taco incluido y una definición de Soufiane Rahimi, el único centrodelantero. Fue un mazazo para los argentinos a pocos segundos del descanso. Sin cambios, muy poco cambió en los primeros minutos del segundo período. Julio Soler, el lateral izquierdo de Lanús, había hecho un buen primer tiempo, pero a los 4 minutos del complemento empujó a Akhomach y Rahimi, el N° 9, otra vez, marcó el 2-0 de penal, con un derechazo.
De inmediato, el DT Mascherano llamó a Giuliano Simeone, que estaba entrando en calor: el hijo del Cholo entró por Zenón y lo hizo bien. Picante, con despliegue sobre el sector derecho, descontó a los 22 minutos. Con pocas ideas, pero con orgullo, los argentinos empezaron a hacer dudar a Marruecos. El arquero Monir El Kajoui le tapó una acción, ahora sí clarísima, a Julián Álvarez, tras una combinación con Luciano Gondou. Claudio Diablito Echeverri, el enganche millonario que ya está vendido a Manchester City, ingresó recién faltando ocho minutos, por el lateral derecho, Joaquín García.
La Argentina siguió insistiendo, el partido sufrió varias interrupciones que llevaron al árbitro sueco Glenn Nyberg a adicionar quince minutos. ¿Qué ocurrió después? Lo conocido. El empate de Medina, el caos dentro y fuera de la cancha, la anulación del tanto y la frustración de los conducidos por Mascherano. “El partido se nos hizo difícil, pero en el segundo tiempo el equipo estuvo a la altura. Atacamos todo lo que pudimos. Que el partido se interrumpa siete veces por la seguridad, nunca me pasó en mi vida. Después pasó lo que todos saben. Espero que esta situación nos fortalezca para ganar los próximos dos partidos y asegurarnos la clasificación a los cuartos de final”, dijo el DT, cuyo ciclo en el seleccionado tiene más decepciones que alegrías. En París, el dos veces medallista dorado olímpico, tiene una notable oportunidad de impulsarse en su corta carrera como entrenador. Claro que el equipo deberá aceitar su funcionamiento para no sufrir e imponerse.