La demanda mundial de los biocombustibles en el mundo fue uno de los temas que se pusieron en discusión durante la primera jornada del Congreso Aapresid que se realiza en el predio de la Rural de Palermo con el apoyo de Expoagro. En ese sentido, la producción nacional de los cultivos de oleaginosas como la camelina y la carinata serán fundamentales para cubrir la demanda.
En la sala UPL, participaron Verónica Geese, secretaria de Energía de Santa Fe; Daniel Lieberman, líder global de estrategia de sostenibilidad y bioenergía de Nuseed; Andrés Iolster, consultor experto de mercados globales de aceites y materias primas de baja intensidad de carbono para biocombustibles.
Según dijo Geese, en la provincia de Santa Fe se declaró de interés la producción del biocombustible y contó que se está trabajando para que haya una nueva ley para tener más biocombustibles en la matriz energética argentina. Además, mencionó que su provincia, que tiene el 82% de la capacidad productiva de estos biocombustibles, va a trabajar para agregar valor a los cultivos oleaginosos para generar energía. “Vamos a trabajar para cumplir las metas que la Argentina ha firmado internacionalmente”, precisó.
Los expertos mencionaron que no cualquier materia prima se puede usar para Sustainable Aviation Fuel (SAF). Explicaron que la SAF, dentro de 20 años, va a necesitar 300 millones de toneladas, más de cuatro veces lo que hoy se usa. “Los biocombustibles para transporte terrestre también van a seguir creciendo, porque la electrificación va a ser reemplazante en los países que tienen la estructura para hacerlo. La Argentina no lo tiene; pensar en la Argentina en corto y mediano plazo con una matriz de transporte automotor eléctrico es casi una utopía. La adopción va a ser diferente, según la región. Los que van a liderar Estados Unidos, Europa. Mientras que América Latina y África vamos a estar en la cola”, remarcaron.
Explicaron que la agricultura avanza cada vez más hacia la sostenibilidad influenciada por las directrices regulatorias, los requisitos de certificaciones, la resistencia a las plagas y la resiliencia de los cultivos. “Una mayor conciencia de los consumidores y la disponibilidad de buenos productos en el mercado garantizan un fuerte retorno de la inversión para los agricultores”, plantearon.
Detallaron que la gran demanda de aceites no es solo para SAF, sino para el transporte automotor y tiene dos impactos importantes: uno positivo de gran oportunidad para los productores y la industria para participar de grandes mercados, pero también forma parte de la gran demanda de Estados Unidos que ha producido una enorme expansión en la capacidad de molienda de oleaginosa.
“Las plantas van a demandar más o menos un 33%, que van a colocar su aceite en Estados Unidos, pero la demanda de harina no va a crecer igual: esa harina la van a tirar al mundo y va a competir con la que produce la Argentina. Eso va a ser negativo para el mundo; va a ser depresor de precios en la soja también. Hay que tener en cuenta que nueve meses al año la industria en la Argentina paga más de lo que pueden pagar los exportadores y muelen a costo variable, no hay manera de absorber esa baja, que no sea bajando el precio de la soja o parando la planta”, alertaron.
Según indicaron, esto se convertirá en una gran amenaza para toda la cadena. “Para defender el valor de la cadena es importante la diversificación, ya sea con oleaginosas convencionales como la canola, girasol y, especialmente, la carinata y la camelina”, expresaron.
LA NACION