La Unión Tranviaria Automotor (UTA), el gremio que reúne a los colectiveros, convocó a un paro nacional de 48 horas para el lunes y martes próximo. La decisión se tomó después de no haber llegado a un acuerdo para conseguir un aumento salarial con las cámaras empresarias y el Gobierno. No pasó ni siquiera una hora de la amenaza de paro cuando la Secretaría de Trabajo, a cargo de Julio Cordero, dictó la conciliación obligatoria. De esta manera, el servicio estará garantizado, aunque la pulseada salarial continúa.
La medida de fuerza iba a afectar al transporte de pasajeros urbano, interurbano y larga distancia. A partir de ahora, se abre una período de negociación sin conflicto por 15 días, se acuerdo a la resolución de la cartera laboral.
“Los empresarios nos dicen que sin aumento de subisidios y sin aumento de boleto no pueden dar aumento salarial. Nosotros no somos socios de ellos”, argumentaron en la UTA el avance hacia la medida de fuerza. Roberto Fernández, el jefe de la UTA, se sumó la semana pasada a la alianza de gremios del transporte, que amenaza con un paro sectorial para el 17 de octubre.
Por el Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (AMBA) circulan 18.000 colectivos habilitados y utilizan el servicio a diario unos cinco millones de usuarios.
El conflicto salarial de la UTA no es uno más del rompecabezas de paritarias porque esconde una pelea que involucra de manera directa al Estado. La balanza de los subsidios estatales para garantizar el servicio se fue desequilibrando con el avance del tiempo. En el AMBA el sistema funciona hoy con $153.000 millones mensuales, de los cuales un 70% son aportados por el Estado y el 30% por el precio de las tarifas, según precisaron fuentes empresarias. “Hubo quita de subsidios, pero no recomposición de tarifas. Fue ajuste y licuadora”, argumentaron en una de las cámaras. El gobierno de Javier Milei estaría dispuesto a bajar gradualmente los aportes año a año.
LA NACION