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Treguas van, treguas vienen

Empezó a correr una tregua parcial entre Rusia y Ucrania, luego de que este martes hablaran por teléfono el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el de Estados Unidos, Donald Trump. Al mismo tiempo, voló por el aire el alto el fuego que regía desde hace un par de semanas entre Israel y Hamás, debido a un ataque masivo israelí contra población civil en la Franja de Gaza.

Vuelve la locura genocida

Fue uno de los peores ataques contra población civil de Israel en Gaza, causando en la noche del martes al miércoles la escalofriante cifra de 436 muertos, entre ellos, 183 niños y cientos de mujeres. Con esto, el gobierno de Netanyahu da por rota la tregua que se había iniciado el 19 de enero pasado.

En este nuevo ataque genocida, Israel apuntó directamente a escuelas donde había refugiados y otros objetivos civiles, abonando la acusación de la ONU y de la Corte Internacional de Justicia de La Haya de genocidio.

Por otro lado, se supo por los propios canales de comunicación del gobierno de Estados Unidos, que el presidente Donald Trump dio luz verde a Netanyahu para esta nueva e injustificada masacre, que causó el repudio de países como Australia, España, Países Bajos y China.

Pero, además, hubo este miércoles una gran reacción del propio pueblo israelí, con manifestaciones masivas, tanto en Tel Aviv como en Jerusalén, en las que se pidió lisa y llanamente la renuncia de Netanyahu y su gobierno. «Si no paran con esta locura, no tendremos a quien salvar y tampoco podremos salvar a nuestro país»; dijo Shikma Bressler, el líder de la manifestación opositora.

Y es que, más allá de la empatía o no que tengan los israelíes con las víctimas civiles en Gaza, quedan todavía más de 50 rehenes en manos de la organización Hamás, y esta actitud del gobierno israelí pareciera un desprecio total por esos mismos rehenes israelíes.

Las condiciones de Putin

Por otro lado, comenzó a correr una tregua parcial de 30 días entre Rusia y Ucrania. Es parcial porque solo se refiere al compromiso de no atacar infraestructura energética, un compromiso que ya fue violado en el primer día por Ucrania, cuando atacó con misiles y drones la central de abastecimiento de petróleo de Krasnodar.

La tregua, que pende de un hilo, es producto de una conversación telefónica de una hora y media que mantuvieron el martes los presidentes Putín y Trump. En ella, Putin dejó bien claras sus condiciones: que desaparezcan las causas que originaron la guerra y que se hable de territorios y de seguridad energética.

Básicamente, que Rusia pueda volver a exportar gas y petróleo a Occidente. En cuanto a territorios, que se respeten los avances territoriales que han logrado en tres años de guerra, y que coinciden con regiones históricamente rusas y pobladas por rusos: el Donbás y Crimea.

Y en cuanto a las causas de la guerra, Rusia se refiere básicamente a asegurarse de que la OTAN no siga expandiéndose hacia sus fronteras. Y era lo que estuvo a punto de suceder a fines de 2021 cuando avanzaba el proyecto de incorporar a Ucrania a la alianza atlántica. Por eso en febrero de 2022 estalló el conflicto.

Éste es un tema que viene desde hace 35 años, con la caída de la Unión Soviética. En los acuerdos de Malta, Ronald Reagan y Michael Gorvachov pactaron la disolución de la experiencia del socialismo real a cambio de que la OTAN no se expandiera hacia las fronteras del nuevo Estado: Rusia.

Sin embargo, Occidente nunca cumplió su palabra, y en 1999 entraron a la OTAN Hungría, Polonia y República Checa; en 2004 lo hicieron Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Letonia y Estonia; en 2009 Albania y Croacia; en 2017 Montenegro; y en 2020 Macedonia del Norte. Incluso ya con la guerra iniciada, entraron a la alianza ofensiva del imperialismo atlantista dos países históricamente neutrales: en 2023 Finlandia y en 2024 Suecia.

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