Se abrió el ascensor, uno de los seis que conectaba las diferentes plantas con el vestíbulo del Valencia Palace, el hotel en el que se alojó la selección española de fútbol en la capital del Turia, y allí estaba Iván, de cuatro años, de la mano de su madre. Una enorme sonrisa iluminaba su cara mientras sujetaba una foto y vestía una camiseta recién autografiada. Entré al ascensor y disparó impaciente: «¿Tú también eres futbolista?». Le expliqué que era periodista y me dijo: «Entonces sabrás que Lamine tiene superpoderes, ¿no?». «Claro. Pero no se lo cuentes a nadie porque es un secreto. ¿Te lo ha contado él?», le pregunté. «Sí, me ha dicho que su superpoder es que nadie le puede quitar la pelota, y luego me ha firmado la camiseta y me regaló esta fotografía», respondió Iván, que se despidió eufórico: «Hoy es el mejor día de mi vida». Bendita infancia.
Las inmediaciones del hotel, a apenas diez minutos a pie de Mestalla, estaban abarrotadas de aficionados durante las 72 horas que la selección se alojó allí. Los efectivos de seguridad trabajaron a destajo para mantener la tranquilidad de los futbolistas. Y entre la marea de camisetas que iban y venían, dos nombres se repetían recurrentemente en la espalda de los más jóvenes: Lamine Yamal y Nico Williams. Iván venía de la firma de autógrafos que había organizado la Federación para los aficionados. El azulgrana había sido uno de los elegidos por el área de marketing para participar en la misma junto a Cucurella, Asencio, Ferran y Dani Olmo. Todos querían una foto con el de Esplugues de Llobregat, que siempre ha mostrado una especial complicidad con los más pequeños. Quizá por la relación que le une a su hermano, Keyne, de apenas tres años.
«Balones, a los buenos»
El seleccionador español Luis de la Fuente dejó horas después una declaración digna de glosar una taza de Mister Wonderful o un libro de Paulo Coelho. Una sentencia que, en realidad, resume el mantra de esta selección: «La estrella es el equipo. Nadie es insustituible». Una verdad a medias porque desde que Lamine debutó en Tiblisi, el 8 de septiembre de 2023, nada ha vuelto a ser igual. El equipo ahora, sin ánimo de ningunear a nadie, es Nico, Lamine y nueve más. Ha cambiado de defensas, de mediocampistas y hasta de delantero y la pizarra de De la Fuente lo soporta todo. Todos menos la ausencia en banda de los dos extremos más desequilibrantes del fútbol actual: Nico y Lamine. Las caras de esta selección campeona y multirracial. La irrupción del pamplonica y del catalán ha provocado que De la Fuente diese carpetazo al tiqui-taca y jubile cualquier atisbo del neoguardiolismo de Luis Enrique. Su apuesta se resume en la táctica más vieja del fútbol: “Balones, a los buenos”.
A Lamine le ha cambiado la vida desde aquel mes de septiembre en Tiblisi. Hoy, a sus 17 años, 8 meses y 11 días, Yamal se ha emancipado. De tan inaudito que es, se hace necesario repetirlo una y otra vez. ¡Lamine Yamal no ha cumplido aún 18 años! Después de la Eurocopa, el azulgrana se mudó a un piso en Sant Joan Despí, nada ostentoso, donde vive solo. Su amigo Souhaib y su primo Moha, que hace de chófer, son su apoyo en el día a día. Desde allí se acerca a la Ciudad Deportiva del Barça, que está muy cerca, para desayunar, entrenar y almorzar. Cuentan que incluso se lleva la cena en tupperware para seguir los planes de nutrición diseñados para él por los servicios médicos del Barça. De hecho, ha ganado más de diez kilos de musculatura desde que debutó con la absoluta. En el piso de Sant Joan Despí son constantes las visitas familiares, al igual que lo son los viajes del futbolista a Rocafonda para seguir en contacto con «mi gente».
El jueves Lamine no estuvo especialmente fino en Róterdam y De la Fuente, que pensaba en la vuelta en Mestalla, decidió darle descanso y meter piernas nuevas ante el asedio neerlandés. Por eso el domingo estaba marcado en rojo en la cabeza de Yamal. Lo habló con su «hermanito» Nico, que atraviesa probablemente por el mejor momento de su carrera. Algo que hace feliz a un Lamine que ha encontrado en Williams al hermano mayor que no tiene. Tenerse al lado el uno al otro les hace bien. Nico completó en De Kuip un partido deslumbrante anotando un gol y asistiendo a Mikel Merino en la jugada del providencial empate en el descuento. En Mestalla el menor de los Williams aumentó su agresividad ofensiva y cuajó un partido excelso, al nivel del de Italia en la Eurocopa. Le faltó acierto de cara a puerta, pero cada balón que recibió lo convirtió en una ocasión de gol. Pero el del Athletic, que fue un huracán para la zaga de Koeman, esperaba la aparición de Lamine.
Lamine Yamal y Nico Williams. / RFEF
En realidad todos la esperaban. Desde de la Fuente a Pedri pasando por Unai Simón y hasta el propio Koeman. «Nico y Yamal son muy buenos. No se puede frenar durante dos partidos y 95 minutos a este tipo de jugadores. Nuestra defensa ha defendido muy bien y los hemos frenado durante muchos minutos, pero lo bueno que tiene el fútbol es que a los jugadores de talento no se les puede frenar en todas las jugadas y su calidad siempre acaba saliendo». Y como advertía el holandés, Lamine terminó apareciendo. No le importó mostrarse impreciso en los primeros compases del partido. Él siguió pidiendo la pelota para atraer a la defensa y aclarar el campo a Nico. Encendió a la grada cada vez que acudía a tirar un córner en corto con Williams, y cuando llegó su momento, activó su «superpoder».
Gol con dedicatoria
Fue durante la prórroga. Al revés que en Holanda, en Mestalla el técnico de Haro dejó en el campo a Lamine y sacó a un Nico agotado tras jugar todo el partido en De Kuip. Estaba aún Williams en el campo cuando Huijsen, la nueva perla de la selección, otro imberbe aunque dos años mayor que Lamine, levantó la cabeza y adivinó a Yamal asomando a la espalda de Maatsen. Allí puso una pelota con música que el azulgrana acomodó con el tacón para después recortar con una cabriola y ver cómo el lateral se pasaba de frenada. Lamine ganó el espacio justo para armar su zurda y poner la pelota lejos del alcance de Verbruggen con la naturalidad de quien lleva 20 años haciéndolo. Todos corrieron a celebrarlo con él, pero en lugar de abrazarse a los compañeros, se colocó al lado de Nico y se bajaron un poco los pantalones. Una dedicatoria muy especial.
Rafael Van der Vaart, el que fuera jugador del Real Madrid, cuestionó la valía de Lamine para desestabilizarle, como ya intentó hacer el francés Rabiot en la semifinal de la Eurocopa. «Parecía que a Yamal no le sentó bien enfrentarse a Hato. Son cosas en las que me fijo: veo cosas que me empiezan a molestar un poco. Pantalones un poco bajados, no esforzarse mucho, gestos un poco superficiales…», dijo el ex jugador del Real Madrid tras la ida. Eso explica que se bajaran los pantalones respondiendo a Van der Vaart. También Rabiot pagó cara su osadía, porque en un lance del juego Yamal lo encaró, se lo sacó de encima y sacó un zurdazo que significó el gol que metía a España en la final de la Eurocopa. Dos goles majestuosos para responder a quienes hablan fuera del campo. «Ojalá siga jugando como en el patio del colegio mucho tiempo», apuntó Ferran en la rueda de prensa previa al choque de Mestalla elogiando la actitud de su compañero en el Barça.
Después llegó la tanda de penaltis y Verbruggen, que solo había parado un penalti en su carrera de portero (en la segunda división belga), le adivinó el lanzamiento de Lamine. España dejó pasar el primer tren a la Final Four porque segundos antes Lang la había mandado al larguero de Unai Simón. Cuando Pedri certificó la clasificación, Lamine respiró aliviado y el canario le puso un poco de humor al asunto: «Le he dicho que vaya mierda de penalti ha tirado. Es un jugador que aprenderá porque la presión no le puede. Hay que tirarlo para fallarlo». Después De la Fuente apuntó en sala de prensa que el chico «está contrariado por el fallo del penalti, pero feliz por pasar». También reveló que desde el primer momento Lamine era uno de los elegidos para la tanda. «Teníamos seis y el problema comenzaba a partir del séptimo», advirtió el seleccionador. No hizo falta, Pedri lo resolvió en el sexto tras la parada de Unai a Malen.
Yamal se retiró del campo aliviado, bromeando con Nico y saludando a una grada, la valencianista, que en medio de una temporada agónica pudo disfrutar de esta España que se ha acostumbrado a ganar, aunque, como apuntó De la Fuente, «en algún momento no lo haremos». Seguro que Iván se acostó con la camiseta de su héroe Lamine sonriendo al ver que su «superpoder» se mantiene intacto. «Es condenadamente bueno», concluyó resignado Van Dijk a sus compatriotas mientras salía de Mestalla.