La Comisión de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado de China anunció este viernes que, a partir de este sábado, entrarán en vigor impuestos adicionales del 125% sobre productos importados desde Estados Unidos, en respuesta directa a la medida similar decidida por Donald Trump el miércoles último, elevando los aranceles a productos chinos al mismo nivel.
Según el organismo, la decisión estadounidense de imponer aranceles “excesivamente altos” constituye una violación grave de las normas económicas y comerciales internacionales, contradice principios básicos de la economía, y representa un acto de “intimidación y coerción unilateral”.
En una declaración adicional, el vocero del Ministerio de Comercio de China señaló a la agencia de noticias Xinhua que Estados Unidos debe asumir toda la responsabilidad por sus medidas unilaterales, las cuales han generado “graves turbulencias” en la economía mundial, los mercados internacionales y el sistema multilateral de comercio.
Además, el funcionario chino indicó que la reciente decisión de Washington de posponer aranceles para ciertos socios comerciales, debido a presiones diplomáticas y de los mercados, es considerada un gesto mínimo y simbólico, sin un cambio sustancial en su política comercial coercitiva.
Camino equivocado
El Gobierno del gigante asiático reiteró que las amenazas y presiones no son el camino para resolver diferencias con China, y subrayó que cualquier nuevo incremento arancelario carecería de sentido económico. “Dado que ya es imposible para el mercado chino aceptar las importaciones estadounidenses con el nivel arancelario actual, si Estados Unidos impone más aranceles a los productos chinos, China lo ignorará”, declaró la Comisión.
No obstante, advirtió que si las acciones de Estados Unidos llegaran a perjudicar de manera sustancial los intereses de China, el dragón oriental “adoptará contramedidas firmes y luchará hasta el final”.
En este contexto, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, reiteró este viernes la postura del país durante un encuentro en Beijing con el argentino Rafael Grossi, director general de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El canciller señaló que China se mantiene firme ante los aranceles impuestos por Estados Unidos, no solo para proteger sus propios derechos e intereses, sino también para “salvaguardar los intereses comunes de la comunidad internacional y garantizar que la humanidad no sea arrastrada de regreso a un mundo selvático donde el poder hace lo correcto”.
Wang añadió que China trabajará junto con otros países para oponerse de manera conjunta a todas las acciones retrógradas en el ámbito internacional.
El Gobierno chino reiteró su disposición a continuar el diálogo con Estados Unidos, pero insistió en que este debe basarse en el respeto mutuo y la igualdad de condiciones.
Consumidores desconfiados
A todo esto, en Estados Unidos, el ánimo del consumidor cae de manera sensible.
El índice de confianza que elabora la Universidad de Michigan se desplomó un 11%, hasta quedar en 50,8 puntos, el nivel más bajo desde los días más oscuros de la pandemia.
Joanne Hsu, la directora de la encuesta, no dejó lugar a dudas: “El declive fue generalizado y unánime. Todas las edades, todos los ingresos, todas las regiones, todos los colores políticos. Nadie se salvó”.
Un informe publicado por la agencia de noticias norteamericana Associated Press destaca que, más allá de los porcentajes, lo que cae es el ánimo. Y con él, una certeza cada vez más extendida de que el futuro económico puede ser peor que lo pensado. La proporción de estadounidenses que espera un aumento del desempleo subió por quinto mes consecutivo, alcanzando su punto más alto desde 2009, en plena Gran Recesión.
Un largo invierno
Como si no alcanzara con eso, las expectativas de inflación a largo plazo también subieron del 4,1 al 4,4%, un número que empieza a incomodar a la Reserva Federal. ¿Por qué importa lo que la gente cree que va a pasar con los precios?, se pregunta la encuestadora en el informe. La respuesta: porque si todos creen que todo va a salir más caro, terminan actuando en consecuencia: compran antes, exigen aumento de sueldo y terminan empujando los precios para arriba. Así de simple, así de peligroso.
La señal es clara: la confianza está en caída libre, no así el consumo.
En los últimos años, los consumidores siguieron gastando, incluso cuando decían estar preocupados. Pero esta vez “el clima se parece más a un invierno largo que a una llovizna pasajera”, ilustra de manera metafórica Hsu.