La muerte del papa Francisco generó un clima de conmoción global que se amplificó en Argentina. La triste noticia del sumo pontífice, reivindicado por sus pares religiosos y líderes políticos de todos los colores, desató una intensa cobertura mediática que no escatimó variables, incluido un viejo debate sobre su rol en la última dictadura militar.
A los 88 años, Francisco dejó un legado inabarcable. No solo por las reformas de la iglesia que enojaron a la curia romana, o la intensa diplomacia activa que aplicó a lo largo de sus doce años de pontificado, sino también por su trayectoria religiosa en Buenos Aires previo a ser designado cardenal.
Desde que cobró fama mundial en 2013, hubo un aspecto del pasado de Jorge Mario Bergoglio que -fogoneado por sectores ligados al kirchnerismo- no pasó desapercibido: su rol durante el plan sistemático de tortura y desaparición de personas que implementó Jorge Rafael Videla en 1976. El método no excluyó a miembros del credo católico, una institución dividida en un contexto de violencia armada. Del momento se desprende el destino de Orlando Yorio y Francisco Jalics, dos sacerdotes secuestrados, ligados a la Compañía de Jesús ligadas a quien se convertiría en el papa Francisco.
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Qué dijo Luis Moreno Ocampo sobre el papa Francisco
En medio del debate, el exfiscal adjunto del Juicio a las Juntas, Luis Moreno Ocampo, aportó una visión diferente. «Se jugó la vida para salvar a dos curas. Y eso fue lo que pudo hacer en ese contexto», destacó en una entrevista con PERFIL con motivo del 40 aniversario del emblemático Juicio a las Juntas militares.
«Tuvo un rol importante en el gobierno militar como director de los jesuitas. Hubo dos curas que fueron secuestrados en la ESMA y él logró rescatarlos. Hay gente que lo critica porque en lugar de denunciar la dictadura hizo eso de forma callada», agregó.
El exfiscal del Juicio a las Juntas afirmó que el accionar de Bergoglio debe entenderse en el contexto de una Iglesia fragmentada y una sociedad en crisis. «En ese entonces, hablé con un obispo que me explicó que tenían curas metidos en la guerrilla y obispos metidos con la dictadura militar. La Iglesia estaba tan dividida como la sociedad argentina. Me dijo que no tenían una única voz y por eso no pudieron hablar bien y claro. Cada cual hizo lo que pudo».
Los retos políticos que enfrentó Francisco
En 2010, el entonces cardenal Jorge Bergoglio declaró como testigo en la Causa ESMA, donde fue extensamente interrogado por abogados como Myriam Bregman y Luis Zamora. Al cierre de la causa, el tribunal lo eximió de cualquier responsabilidad.
Consultado sobre si había tenido contacto con Bergoglio durante el juicio a las Juntas, Moreno Ocampo respondió: «No lo llamamos como testigo. Nos enteramos durante el juicio de lo que había pasado con los dos curas villeros. Fue otra gente la que contó las gestiones del obispo Bergoglio. El testimonió después, en el juicio por la ESMA».
Moreno Ocampo, además, habló desde su lugar de exfiscal de la Corte Penal Internacional, el tribunal bajo la órbita de la ONU fundado, en parte, gracias al antecedente del Juicio a las Juntas Militares. En ese sentido, valoró el mensaje global que Francisco dejó antes de morir, incluso en su última aparición en el domingo de Pascuas ante la Plaza de San Pedro, cuando volvió a pedir por el cese de las guerras a través de un colaborador.
«Como Papa, había terminado un libro contra la guerra. Ese es su mensaje póstumo: terminemos con las guerras. Y controlemos el cambio del clima. Son los dos temas globales graves que hay que atender», sostuvo Moreno Ocampo, en sintonía con el sumo pontífice argentino, que aseguró que estamos «en una tercera guerra mundial a pedacitos», y plasmó su visión sobre en sus encíclicas Laudato Sii y Fratelli Tutti.
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«La guerra es incompatible con el siglo XXI. No hay salida. Hay un juego que se llama Fortnite, donde gana el que manda a todos los demás. Pero por definición, se queda solo. En una guerra mundial, el que gane se va a quedar solo. Tenemos que entender que la guerra solo genera más guerra», concluyó Moreno Ocampo, quien hoy trabaja desde San Pablo en el uso de inteligencia artificial para construir nuevas formas de orden global.