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Carlos Mendiola, sacerdote: «La riqueza personal del papa está muy por encima de cualquier etiqueta ideológica»

El sacerdote de Elda monseñor Carlos Mendiola ha tenido la oportunidad de celebrar la eucaristía con dos papas, Benedicto XVI y Francisco. Pero ya antes estaba en Roma, pues cursó estudios mientras aún era pontífice Juan Pablo II. Trabajó, en total, 15 años en la Secretaría de Estado del Vaticano…

Sí, yo empecé ya allí a trabajar con el papa Benedicto al principio de su pontificado. Estuve todo el tiempo con él hasta que fue su renuncia, y ya después continué con el papa Francisco hasta finales del año 2019, que ya regresé a España.

¿De qué se encargaba como oficial de la Secretaría de Estado?

Como es una sección que está dividida en departamentos lingüísticos, yo trabajaba en lengua española. Todo lo que desde la Santa Sede, especialmente del papa, salía en lengua española, nos ocupábamos nosotros. También de lo que entraba, desde la correspondencia hasta informes, y también la elaboración de documentos, discursos, homilías…

¿Se puede decir que la Secretaría de Estado es una especie de Ministerio de Relaciones Exteriores?

La Secretaría de Estado es difícil de encuadrar en lo que sería una estructura de gobierno habitual de los distintos países, porque no tiene ese mismo sentido. Pero sí se podría decir que es un poco el corazón, el centro de la curia de la Santa Sede, y coordina también los distintos dicasterios, las distintas congregaciones. La Secretaría tiene dos secciones. La de Asuntos Generales es, por decirlo así, muy genérica, con muchos asuntos diversos, y la segunda sección, la de relación con los Estados, es la parte más diplomática.

Trato cercano

Cuando trabajaba en el Vaticano pudo tratar personalmente con Francisco, ¿cómo era el papa en la distancia corta?

Realmente llamaba la atención el trato que tenía hacia las personas concretas: cómo se acordaba no solamente del nombre, sino también de los detalles, circunstancias, si estaban enfermos, si tenían algún problema o dificultad… Tenía una memoria muy del corazón, de ver esas situaciones, de recordarlas y de tenerlas muy presentes.

El papa también tenía su genio, ¿alguna vez lo tuvo que sufrir?

Bueno, no sé si lo llamaría genio; tenía un carácter muy argentino… No sé si eso define algo, pero en ese sentido sí que era llamativo. Personalmente yo no tuve ninguna ocasión de ver nada que no fuera ese carácter argentino muy bromista también, por cierto, con mucho sentido del humor. Evidentemente, tenía un carácter fuerte, en el sentido de decidido. Era muy decidido en lo que él estaba convencido, y especialmente, como también se ha visto en otros papas -recuerdo a Juan Pablo II-, cuando se trataba de cosas que ofendían la dignidad de las personas. Entonces, tenía reacciones bastante fuertes de firmeza, de dureza en la condena de esos actos. Todo lo que ofende la vida de las personas lo tienen muy en el corazón todos los papas y especialmente Francisco.

El obispo Jesús Murgui, el papa Francisco y Carlos Mendiola, cuando el pontífice recibió a los alumnos del seminario de Orihuela-Alicante / INFORMACIÓN

¿Terminó de trabajar directamente para el papa justo antes del covid?

Sí, eso es. Terminé con el último viaje que se pudo hacer antes de la pandemia, que fue a Tailandia y Japón. Tuve ocasión de despedirme precisamente en el avión de vuelta de ese viaje. Fue una oportunidad y una suerte muy grande. Guardo un recuerdo realmente entrañable de ese viaje, por lo que significó y también por lo que era mi despedida del servicio a la Santa Sede.

El Francisco padre

Al papa se le llama Santo Padre. ¿Fue Francisco paternal?

Sí, sí, sí, mucho. Ya le digo, esa preocupación por las personas la tenía muy presente. Yo creo que cualquier persona que le manifestaba alguna dificultad, alguna enfermedad, la muerte de seres queridos, encontraba en el Papa siempre un corazón dispuesto a escucharlo, a consolarlo. Y después, el Papa a esas personas las seguía llamando, se preocupaba, se interesaba por ellas a lo largo del tiempo. No era solamente en un momento ocasional, sino que él después también volvía a interesarse por cómo iba todo. A veces, personas que le escribían contando su situación en una carta, el Papa procuraba, en determinados casos, hacerse con el teléfono, llamarlas e interesarse de manera personal. Eso es realmente muy paternal.

Si usted tuviera que definirlo en pocas palabras…

El papa Francisco tenía una personalidad muy rica, tanto espiritual como humanamente hablando. Entonces, se pueden utilizar muchas palabras. Por lo que yo he visto destacaría que era una persona muy de fe, un hombre muy cerca de Dios. Se le veía en las celebraciones, en las eucaristías, siempre muy recogido, muy metido en Dios. Con una vida de oración muy intensa. Se levantaba muy temprano -a las 4:30 de la mañana- y hacía mucha oración antes de empezar a despachar asuntos de gobierno. Y después, era muy humano, con una caridad y un amor hacia los demás muy grande.

Y sobre su mensaje, ¿con qué se queda usted?

Es difícil escoger una cosa, porque es tanto y tan rico lo que ha aportado, que hacer una selección cuesta muchísimo. Yo me quedaría, quizá, con lo último: lo que él ha querido en este año jubilar de 2025, que es la esperanza. Me parece muy bonito que el Señor lo haya llamado precisamente en mitad de este jubileo de la esperanza. Casi como un testimonio último, un mensaje final, un testamento: tenemos que vivir de esperanza en Cristo, que es lo que él ha querido para este año santo. Me parece un mensaje muy bonito y muy necesario en el mundo actual, en el que, si falta algo, es precisamente esperanza.

Delicadeza y atención en la proximidad

Como monseñor o capellán de su santidad, ¿tuvo la ocasión de celebrar alguna misa con el papa?

Sí, pero muy al principio, cuando celebraba la misa en Santa Marta. Tuvimos ocasión de celebrar todos los compañeros del departamento. Después se fue haciendo muy difícil porque eran muchas las peticiones de todo el mundo. De todas formas, para nosotros, que estábamos allí trabajando y viéndolo con frecuencia, especialmente en las audiencias de los miércoles, tampoco lo necesitábamos. Pero sí teníamos ocasión de verlo y él, con mucha delicadeza, mucha atención, nos saludaba uno a uno. Era un momento muy bonito.

El sacerdote de Elda Carlos Mendiola saluda al papa Francisco en El Vaticano / INFORMACIÓN

¿Cree que se le ha pretendido encasillar con términos políticos más que religiosos?

Sí, es verdad, y esto pasa con todos los papas, que se les intenta de alguna manera encuadrar con etiquetas muy del mundo de la política. En general, todos los papas son de una personalidad y de una riqueza que está muy por encima de la política. Y sobre todo de la política como se entiende ahora, con esa polarización absurda. El papa no encuadra en esa visión. Él mismo se molestaba mucho cuando se le intentaba encasillar y huía del encasillamiento. Realmente me parece que el que lo intenta etiquetar no hace justicia a la riqueza intelectual y a la personalidad del papa Francisco.

Un mensaje para los católicos de la diócesis…

En estos momentos de pena y de aflicción -porque es una pérdida muy grande para la Iglesia y también para el mundo-, creo que es importante recordar lo que viví con el papa Benedicto cuando renunció. Sus últimas palabras fueron extraordinarias. En esos momentos de zozobra e incertidumbre que se abatían sobre la Iglesia, él dijo que “la Iglesia es de Cristo, es Él quien la lleva. Por lo tanto, está en buenas manos”. Lo que venga en el futuro… al final, siempre contaremos con la ayuda de Cristo, que es quien lleva la Iglesia y está siempre ahí. Por lo tanto, en estos momentos de pesar, de incertidumbre, hay que tener una visión de fe, confiar mucho en el Señor. Él proveerá un pastor, como ha hecho hasta ahora, y que, como los anteriores, tendrá un influjo en el mundo muy grande. Debemos seguir esperando y confiando mucho en el Señor.

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