NUEVA JERSEY.- (Enviado especial).- “Estoy viviendo el sueño de mis padres”, dice a LA NACION Nelson Rodríguez, sentado en uno de los sillones del VIP del estadio de los New York Red Bull, el equipo de la liga estadounidense que este sábado, mientras la selección argentina preparaba su partido frente a Chile, venció a Toronto por 3 a 0. Con acento “argentino mezclado con gringo”, como él mismo define, Rodríguez es vicepresidente la MLS, una de las ligas de mayor crecimiento en los últimos años y una de las que más factura en el mundo. La MLS se potenció más aún con el desembarco de Leo Messi.
Rodríguez nació en Nueva York en 1965 y recuerda con nostalgia la historia de su familia, que llegó desde Caballito a comienzos de los años 60. Fue el primer graduado universitario de su familia y sostiene que “las mejores cosas de la vida” se las dio el fútbol. Hincha de la selección, recuerda la época en la que iba con su padre a ver al Cosmos de Pelé, cómo vivió de cerca el “drama” de Maradona en el Mundial 94 y analiza la revolución que causó en Estados Unidos y en la MLS la llegada de Messi desde su llegada a Inter Miami.
Este hombre de tono cortés y vestido de traje, camina por los pasillos del estadio ubicado cerca del aeropuerto de Nueva Jersey como si fuera un espectador más. Tiene un alto cargo en una organización que posicionó en los últimos años a la MLS como una de las ligas con mayores ingresos. El Inter Miami, por ejemplo, casi triplicó el año pasado su volumen de negocios (tuvo ingresos por 118 millones de dólares) desde la llegada del astro argentino. El equipo se convirtió en el segundo más grande al lograr una valoración superior a los US$ 1000 millones. Los Ángeles Fútbol Club es la otra franquicia que supera esa cifra, impensada para cualquier equipo sudamericano.
El padre de Nelson era joyero. Llegó como adelantado y estuvo dos años juntando dinero para traer al resto de su familia. Los tres hermanos de Nelson, que habían nacido en la Argentina, llegaron a Estados Unidos con 9, 7 y 5 años. Él fue el único nacido acá, en 1965.
No era habitual ese tipo de emigración de argentinos en los años 60. “Por lo que me contaron mis padres, ellos vinieron a cumplir el sueño americano. Pensaron que este era un país con oportunidades”, cuenta. La tragedia golpeó a la familia Rodríguez: dos de sus hermanos mayores fallecieron muy jóvenes en dos accidentes separados.
“Son asuntos de la vida”, dice con pena Nelson, aunque asegura que el fútbol le dio muchas alegrías: “Las mejores cosas de mi vida vinieron por el fútbol. Ahí aprendí la historia de ser argentino”.
Rodríguez recuerda con emoción la llegada de Pelé al Cosmos a fines de los años 70. “El equipo se mudó a Nueva Jersey, donde nosotros vivíamos y fuimos a ver todos los partidos con mi padre. Y cuando te digo todos, todos”, resalta.
Su padre siguió aquí con su oficio. Su madre era ama de casa y hablaba poco y nada de inglés. En la casa estadounidense de los Rodríguez se hablaba mucho de su país de origen y se comunicaban a través de un “spanglish” con acento argentino. “Para la cena preguntaba: ‘mamá, ¿Qué comemos for dinner’?. Mis hermanos hablaban español perfecto con acento puro argentino”, agrega.
-¿Qué recuerda de su familia y su relación con la Argentina?
-Yo me siento muy argentino por las costumbres: los Reyes Magos, la comida, las milanesas que nos hacían una vez por semana. En nuestra casa se hacía asado cada fin de semana y mi mamá amasaba pasta los domingos. El fin de semana nos visitaban tres o cuatro familias argentinas que vivían en Nueva York. Disfrutabamos todo el día en el parque o en el mar. Es una vida que mis padres trajeron con ellos.
-¿Mantenían contacto con Buenos Aires?
-Mis padres viajaban a ver a sus familiares, pero yo empecé a viajar de más grande. Fui muchas veces a ver partidos de fútbol. No soy hincha de ningún equipo pero sí de la selección. Cuando era niño solo podía ver por televisión el Mundial o la liga italiana en la RAI. Por eso miraba a Maradona cuando estaba en el Napoli.
-¿Cómo recuerda su vida de joven en esta ciudad?
-Soy el primero de mi familia que se graduó en la universidad. Estudié Comunicaciones en la Universidad de Nueva Jersey. A la par saqué también licencia para ser director técnico de fútbol en los Estados Unidos. Estudiaba mucho el fútbol y hasta fui entrenador de una universidad en Pensilvania.
-¿Con qué escuela futbolística argentina se identificaba?
-Era difícil en ese tiempo ver partidos del fútbol argentino desde acá. Pero todos los meses recibía El Gráfico y me gustaba leer todo lo que pasaba allá.
-¿Cómo empezó a convertir su pasión en su profesión?
-Me metí en el mundo de fútbol profesional en 1993 con el Mundial de Estados Unidos. Trabajaba para el jefe de la sede del estadio de los Gigantes de Nueva York, el equipo de fútbol americano. Mi jefe estaba en la organización de todos los partidos que se jugaban allí por el torneo. Poco después se abrió la puerta de la MLS, ya que yo trabajaba en el equipo de los MetroStars, la franquicia de Nueva Jersey que jugó en la liga entre 1996 y 2005.
-Trabajó en el último Mundial de Maradona como jugador.
-Viajé a Nueva Inglaterra para ver el partido de Argentina contra Nigeria y vi el gol de Maradona. Ese fue el último partido, el de la famosa imagen de la enfermera. A la noche, después del partido, yo estaba en una cena con dirigentes de FIFA y recuerdo que los llamaron para avisarles que Maradona había dado positivo de doping antes que se haga público.
-¿Qué sintió?
-Recuerdo que pensé que el Mundial ya no podíamos ganarlo. Porque fue un trauma.
-¿Es más hincha de Argentina o de EE.UU.?
-Siempre hinché por Argentina aunque también por el país donde nací. En la Copa América de 1995 EE.UU. le ganó a Argentina 3-0. Yo estaba en mi casa mirando arriba el partido y mi padre lo hacía abajo. Con cada gol que metía Estados Unidos, mi papá los gritaba. Y yo lloraba. Se intercambiaron los papeles.
-¿Cómo fueron sus primeros pasos en la liga hasta llegar a vicepresidente?
-Al comienzo de la liga yo arranqué en un departamento que estaba a cargo de negociar todos los contratos con los jugadores. Ahora lo hacen las franquicias, pero en esa época yo me encargaba de eso. Arrancamos en un departamento internacional dentro de la liga. Tenía los mismos propietarios pero se encargaba de promocionar el fútbol por fuera de los equipos de la MLS. De 2003 hasta 2008 promovimos partidos internacionales dentro de los Estados Unidos, compramos los derechos de la Federación Mexicana y armamos un torneo con los equipos mexicanos, organizamos amistosos de Argentina y Colombia, y trabajamos en la famosa gira del Barcelona y el Real Madrid, entre muchas otras cosas.
-¿Así logró crecer?
-Si tenés éxito en tu trabajo y mostrás capacidad, acá tenés una serie de promociones.
Messi y su sueño pendiente
Rodríguez dejó la liga en 2014 por un tiempo. Trabajó un año en el proyecto de las Chivas USA, con sede en Los Ángeles, hasta que vendieron la franquicia a otro grupo. Al año siguiente fue a trabajar a los Chicago Fire, donde arrancó como director deportivo y luego llegó a presidente. De los cinco años que estuvo en ese club recuerda el fichaje de la estrella alemana Bastian Schweinsteiger, que había sido campeón en Brasil 2014 frente a Argentina. “Yo estuve en la tribuna del Maracaná cuando perdimos con Alemania la final y él levantó el trofeo. Cuatro años más tarde lo contraté y le recordé ese momento. Él sonrió, pero siempre demostró que es top como persona y profesional”, rememora.
-Volvió a su cargo de vicepresidente en la MLS justo en el momento que llega Messi al Inter Miami ¿cómo explica ese fenómeno?
-Messi podía jugar donde él quisiera, sin embargo eligió la MLS y el Inter Miami. Eso es como un sello de credibilidad para nosotros, ya que ha dado totalmente otra cara a la liga. Hay mucha gente que quiere ver a Messi, pero cuando lo ven a él también lo conocen a Cremaschi (el estadounidense de ascendencia argentina de 19 años que juega en Inter Miami), o vienen a ver el Red Bull y se dan cuenta que este estadio es hermoso . Entones Messi abre esas puertas. Esta liga va en muy buen camino, sigue creciendo y va a seguir creciendo. Messi es uno de los tres momentos más grandes en la historia de fútbol en este país: Pelé, primero, Beckham, segundo, y ahora Messi, el más grande de todos.
-¿Qué sensaciones le produce su presencia?
-Es impresionante. En cualquier estadio que él juega bate el récord de asistencia. La gente local muchas veces se siente como visitante, hasta quiere que meta un gol, es increíble.
-Su figura se proyecta más allá del público latino.
-Messi trasciende a todos. Estuve en Nashville para un evento y comí en un pequeño restaurante. Ahí había un nene de cuatro años sentado con la remera del Inter Miami. Algo increíble.
-¿Tiene trato con él?
-Tengo un código un poco raro. Estoy de traje y nunca voy al vestuario. No me meto en la cancha. Son áreas de ellos. Yo tengo que respetar esa línea para él y para cualquier jugador. Obviamente que estoy interesado en aprender de los jugadores. Sobre qué se puede mejorar. Tenemos que hablar con los jugadores para aprender, pero no me voy a imponer, no le voy a pedir un autógrafo.
-Nada que ver con los dirigentes del fútbol argentino.
-(Se ríe) No, nada que ver, somos un poco distintos.
-¿Le gustaría relacionarse con el fútbol argentino y trabajar allá?
-Me encantaría, sería un sueño porque aprendería más. Y siempre quiero mejorar y aprender. A la vez me gustaría pensar que nuestras experiencias de acá podríamos compartirlas para mejor un poco, no digo mucho, al fútbol argentino. Sería un sueño vivir ahí un tiempo y poder trabajar.