En semanas donde existen dudas sobre el movimiento y estabilidad de la macroeconomía, avanza lentamente la campaña 2024 que apunta nuevamente a sembrar 35/37 millones de hectáreas y a una producción global, clima mediante, de 135/140 millones de toneladas.
De esta forma, volvemos a repetir el promedio de área sembrada de los últimos ocho años, que es de 36,5 millones de hectáreas, frente a una potencial de 40/42 millones que marcan las proyecciones de la Fundación Producir Conservando (FPC) para fin de la década. Este estancamiento del área y producción de los últimos años del complejo granario condiciona el ingreso de divisas por exportaciones, en un momento importante para el país.
Está claro que, sin una macroeconomía que genere confianza es muy difícil arrancar, pero también es necesario no solo pensar en la desburocratización del Estado y de normas vigentes, sino además avanzar en políticas que den un marco microeconómico para la agrobioindustria y su crecimiento futuro.
Debemos generar propuestas claras que impulsen la puesta en marcha de mejoras en infraestructura a mediano plazo; temas vinculados a la incorporación de nuevas tecnologías; respeto a la propiedad intelectual en semillas; mejoras en los estándares sanitarios y de calidad de lo producido; lograr avances en la disminución de la informalidad y competencia desleal que se produce en las cadenas productivas, limitando crecimiento y nuevas inversiones; promover y desarrollar nuevos mercados de exportación para los productos argentinos, son algunas de ellas etc.
En el cuadro se puede ver claramente el aporte proyectado por la FPC de ingresos por exportaciones de los principales complejos agroindustriales al 2030 presentados en el último seminario de la Fundación y su diferencia con los aportes de la campaña 2022/2023.
Estamos planteando una mejora de 20.000 millones de dólares de ingresos por exportaciones, pasando de US$37.500 millones a US$57.800 millones, que podrían generarse anualmente a mediano plazo.
Debemos destacar que los temas vinculados a la presión fiscal de las actividades productivas son centrales en la Argentina y sin dudas la eliminación de los impuestos distorsivos (ingresos brutos, débitos y créditos bancarios, derechos de exportación, entre otros) y el mayor peso de los impuestos progresivos, como el Impuesto a las Ganancias, sumado a una disminución de la informalidad existente, generará equidad del sistema tributario global y mejores condiciones para el crecimiento y la inversión.
Es bueno destacar que solo en el complejo granario se invierten anualmente en gastos directos de implantación y protección de cultivos, muy cerca de US$25.000 millones y si sumamos los gastos de comercialización y cosecha (con fuerte incidencia de los fletes), dicha cifra llega a US$38/40.000 millones, sin incluir el valor de arrendamiento de la tierra.
Datos de Agritrend dan cuenta de exportaciones del complejo granario de US$542.000 millones en los últimos 20 años y US$128.600 millones fueron los ingresos fiscales generados solo por Derechos de Exportación (DEX).
El peso de estos derechos es importante y, como desde la Fundación planteáramos en 2004 y 2017 en las propuestas de Reforma Fiscal realizadas por el Dr. Juan Llach, los mismos pueden eliminarse gradualmente a cuenta del Impuesto a las Ganancias, generando además mejoras en la recaudación de este impuesto y disminuyendo la informalidad actual. Tenemos mucho por hacer y es un buen momento para salir del estancamiento y ponernos en marcha.
El autor de la nota es coordinador de la Fundación Producir Conservando