El ahora extécnico del Millonario se fue aplaudido por el mismo público que antes lo había reprobado. Marcelo Gallardo pica en punta para ser su sucesor.
El aplauso piadoso del mismo público que antes lo silbaba fue el epílogo de un ciclo que quedó partido al medio: la primera mitad de esta historia, que es la del ciclo de Martín Demichelis al frente de River, fue brillante. Y la segunda, que se inició después de que se filtrara una conversación privada del DT contra los referentes, rompió una armonía que recién se reinstauró este domingo, es decir, el último día.
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“El campeón de las formas”, así se llamó la columna que escribí en julio de 2023 sobre el primer título del entrenador millonario en Núñez. En esa nota resaltaba: “Ni el River Munich, ni el rival sudamericano capaz de medirse a lo Elon Musk y Mark Zuckerberg contra Manchester City. Un club serio, ni más ni menos, con ADN histórico, las formas que enorgullecen al hincha de River. Eso es este equipo, el flamante campeón, un avión que vuela a una velocidad diferente a la del resto”. Vale preguntarse entonces qué fue lo que pasó después.
Es indisimulable lo que quisieron esconder desde el “vestuario-gate”, el principio del fin que apresuró la salida de Enzo Pérez de la institución y erosionó la credibilidad de Demichelis. Y es cierto, tanto como la anterior, que no es la única razón. Aún ganando dos estrellas mano a mano, River nunca volvió a jugar como lo hizo su primera versión. Demichelis jamás logró copiar a su equipo de autor.
Las eliminaciones contra Inter de Porto Alegre por Copa Libertadores, el muy mal paso ante Boca por la Copa de la Liga en el Kempes, la humillante derrota por Copa Argentina frente a Temperley y el bochornoso final de semestre en la cancha de Riestra le dieron forma al tobogán que eyectó a Demichelis del club. Pero su salida no está limitada al pánico de la dirigencia por la situación deportiva del club: fue un baile de a dos.
El récord de imbatibilidad en el Monumental, los dos primeros Súperclásicos, la promoción de jóvenes que se imponían, la consolidación del Miguel Borja récord y los tres títulos no alcanzaron. Tampoco la clasificación en fase de grupos de la actual Libertadores que se definirá en Núñez. Porque, parece, nada es suficiente cuando lo primero que se ve cuando alguien ingresa al Monumental es la estatua de Marcelo Gallardo. Una mochila con un bulto demasiado pesado.
Es esta seguramente la otra gran razón del final precipitado: la sombra del bronce. Sucedió con otros grandes entrenadores que condicionaron legados. Y de acuerdo a la información de TN, el Muñeco regresará al cargo para volver a intentar lo que alguna vez consiguió. Pero esa será otra historia. La de Martín Demichelis, entre aplausos impostados y lágrimas genuinas, se terminó.