Jueves por la noche, ya viernes en nuestro país. Todavía no concluyó la primera semana de acción en Flushing Meadows, y el US Open ya se cobró una sorpresa enorme: fue eliminado Carlos Alcaraz, campeón del abierto de los Estados Unidos en 2022 y actual número 3 del mundo. El jugador nacido en Murcia se despidió muy temprano, con una derrota sin atenuantes frente al neerlandés Botic van de Zandschulp, 74° del ranking mundial, por 6-1, 7-5 y 6-4, en dos horas y 19 minutos de juego.
Viernes por la noche, ya sábado en nuestro país. Otro bombazo. Tal vez, uno más grande, porque se trata del mejor de los tiempos, al menos en lo que se refiere a los títulos, a las estrellas. El serbio Novak Djokovic recibe un latigazo descomunal, es eyectado con una actuación desabrida. A los 37 años, no luchó, no arriesgó como en buena parte de su carrera. Y eso se trata de una señal.
Una derrota dolorosa frente al australiano Alexei Popyrin, uno de los buenos, de brillante temporada, aunque lejos de la elite. Djokovic, que defendía el título logrado el año pasado, se vio superado por Popyrin, reciente campeón del Masters 1000 de Canadá por 6-4, 6-4, 2-6 y 6-4 en la pista central de Flushing Meadows. Una noche, otra noche. En el mismo mágico escenario.
El gigante serbio sufrió con serenidad, sin excesos, aunque también sin rebeldía, su peor derrota en un Grand Slam desde 2017 y se quedó sin conquistar su 25º trofeo grande, con el que hubiera roto el empate con Margaret Court y fijado un récord absoluto en el tenis.
La eliminación de Djokovic y la de la víspera del español Alcaraz, dejan como gran favorito al título al italiano Jannik Sinner, el número uno mundial. “Tuvimos muchas batallas este año en Australia y Wimbledon. Tuve mis oportunidades pero no las tomé. Hoy sí lo hice jugando un gran tenis”, declaró Popyrin. “Llegar a los octavos de final ante el mejor de la historia es increíble”.
La derrota de Djokovic, tan chocante como la de Alcaraz por la entidad de su rival, es la primera que padece en una tercera rueda de Nueva York desde la 2006, precisamente ante otro australiano, Lleyton Hewitt, que estaba en el estadio.
Triunfador en cuatro ocasiones (2011, 2015, 2018 y 2023), el serbio aspiraba a ser el primero en revalidar corona desde que Roger Federer encadenó cinco seguidas (2004-2008).
En los Grand Slams no sufrió una derrota tan severa desde la de segunda etapa del Abierto de Australia en 2017, último año en que la estrella balcánica no alzó uno solo de los cuatro trofeos grandes. Antes del descalabro en Flushing Meadows, Djokovic había alcanzado este año las semifinales del Abierto de Australia, los cuartos de final de Roland Garros y la final de Wimbledon.
A sus 37 años, el serbio al menos cumplió con el objetivo de colgarse su primera medalla de oro olímpico batiendo a Alcaraz en la final de los Juegos de París.
Frente a Popyrin, número 28 del ranking ATP, Djokovic, con una cinta de cuidado en su rodilla derecha, recayó en los problemas que venía mostrando con el servicio y cometió hasta 16 dobles faltas, su récord en un torneo grande.
El serbio sólo encontró tregua en el tercer set por parte de un Popyrin extremadamente efectivo el resto del juego. Que nunca claudicó.
El espigado jugador australiano (1,96m) cumplió su palabra de no dejarse intimidar por el exnúmero uno mundial y lo desafío con sonoras celebraciones. Popyrin ratificó su enorme salto de confianza de los últimos meses y, a sus 25 años, anticipa una explosión como figura después de alzar este mes el Masters 1000 de Canadá.
Djokovic ya había dejado signos de preocupación en la segunda ronda frente a su compatriota Laslo Djere, cuya lesión en plena batalla le ahorró problemas mayores. Ante Popyrin, Djokovic dejó escapar cinco oportunidades para ser el primero en quebrar en el sexto juego y después vio cómo su rival aprovechaba su primera.
El australiano aceleró entonces y con 10 puntos consecutivos se embolsó el primer parcial. Djokovic tampoco pudo elevar su nivel en el segundo set y Popyrin, pese a lastimarse el tobillo derecho, alcanzó a ampliar la ventaja.
El serbio estaba contra las cuerdas, obligado a remontar un 2-0 por novena vez en su legendaria carrera, pero su primer quiebre al inicio del tercer set le dio aire para pelear por la gesta.
El vigente campeón intentó embarcar al público en su misión llevándose la mano a la oreja tras varios espectaculares puntos. Djokovic se anotó el tercer set pero Popyrin resurgió en el cierre quebrando en dos ocasiones al astro serbio, que siguió peleando hasta reconocer su derrota en la red.
Se trata del primer año desde 2002 en el que ningún miembro del Big Three ganará un Grand Slam. Todo un símbolo del paso de los años.
LA NACION