La marcha contra el veto presidencial a la ley de jubilaciones de este miércoles volvió a poner sobre la mesa un debate nunca saldado en la Argentina. La violencia política, que hoy se monta sobre los reclamos de la clase pasiva y mañana sobre vaya uno a saber qué, merece siempre el repudio. Pero vayamos a la cuestión de fondo. Más allá de cierta recuperación real de los haberes en los últimos meses (y no en todos los casos), los ingresos de los jubilados vienen perdiendo sistemáticamente frente a la inflación desde, por lo menos, fines de 2017 (por no hacer mucha historia). Y en los casos que ganaron, el sistema de ajustes no era sostenible en el tiempo.
¿Qué otro elemento es clave en sus ingresos? La cobertura de salud, y medicamentos entre lo más prioritario. Aquí el gobierno de Javier Milei también pasó la guadaña, y muchos fármacos bajaron la cobertura de PAMI del 100% a porcentajes menores. Germán Daniele, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Córdoba, calcula que 6 de cada 10 afiliados que entran a una farmacia a buscar su medicación se van sin ella cuando les dicen que bajó el descuento.
Mala administración, excesos y, muchas veces, corrupción en el instituto oficial requieren fuertes ajustes. Pero pasar la guadaña tampoco es la solución. Detrás hay gente que ya lo dio todo y merece algo de paz.