Los Buccaneers de Tampa Bay esperan sacar el mejor provecho de un viaje prolongado que no es de ningún modo normal para un equipo de la NFL.
Desplazados de Florida ante la llegada del huracán Milton, los Bucs llegaron a Nueva Orleáns el martes, cinco días antes del partido del domingo contra los Saints, rivales de la División Sur de la Conferencia Nacional.
Practicaron el miércoles en el Estadio Yulman de Tulane, tratando en lo posible de mantener el horario habitual que seguirían en Tampa.
Pero en lugar de regresar en automóvil desde las instalaciones regulares de entrenamiento del equipo, los jugadores y entrenadores abordaron autobuses para volver a las habitaciones de hotel que compartían con familiares y mascotas.
“La familia es lo más importante en este momento. … Si puedes sacar a tu familia y mantenerla segura, todo lo demás se puede reemplazar”, dijo el entrenador Todd Bowles.
“Entendemos que las cosas que hacemos en el fútbol americano son una pequeña parte en el juego de la vida y vemos cómo un huracán va a afectar a las personas”, añadió. “Todos están aquí, y sus familias también. Eso lo hace mucho más fácil”.
La familia Glazer, propietaria de los Bucs y que tiene también fuertes lazos con Tulane, fletó dos aviones para un grupo de viaje de unas 350 personas y 31 mascotas.
No es la primera vez que el equipo ha dejado el área de Tampa Bay para evitar una tormenta mayor.
Hace dos años, el equipo se trasladó al sur de Florida para practicar en el complejo de entrenamiento de los Dolphins de Miami para escapar del huracán Ian mientras se preparaba para un encuentro en casa contra los Chiefs de Kansas City.
El partido inaugural de la temporada 2017 entre Tampa Bay y los Dolphins se pospuso debido al huracán Irma. Los Buccaneers reservaron entonces varios aviones para trasladar a jugadores, entrenadores, personal y familiares a Charlotte, Carolina del Norte, antes de la tormenta.
El mariscal de campo Baker Mayfield dijo que el hecho de que la organización priorizara la seguridad fue “muy importante” y muy apreciado por los jugadores.
El estelar receptor Mike Evans, que está en su 11ª temporada, creció en Galveston, Texas, y no es ajeno a los peligros de los huracanes.
“Solo quiero que todos estén seguros al final del día”, dijo Evans.